miércoles, 17 de octubre de 2007

Capitan

Mi padre ha muerto.
Dos semanas de vacaciones en julio por el centro de Francia, lluviosas como si las nubes anunciaran ya la nostalgia que iria a inundar pronto.
Dos semanas en las que mi padre dejo su agujero andaluz para retornar a sus raices. Tras anyos de soledad, sufrimiento y purgatorio, retorno a su pais, al pueblo donde enterraron a su madre, retorno a la nieve y reconciliacion como si su angel de la guarda...
Dia gris en el Atlantico, una llamada al movil "tu padre esta enfermo en el hospital". Mi padre era inmortal, llevaba anyos de hospitales, medicos y psicologos, enfermedad real o ficticia, no pasa nada, siempre era igual.
Dos postales al llegar a casa de las vacaciones para decirme "te quiero" como si su angel de la guarda...
Lunes por la manyana, un mensaje en el contestador... Y el mundo se derrumbaba y lo eterno se hacia efimero.
Tengo aun guardado aquel avion que queria regalarte, no escuche hablar de esa infancia que marco nuestras vidas, ni me dio tiempo a llamarte para decirte que te queria y guardaste la unica tarjeta que te mande, no haber saboreado tus abrazos de oso y aun hoy con un nudo en la garganta no puedo creer que ya no estes aqui y echo de menos hablar contigo, de barcos, de aviones de cosas.
Ya, de nada sirve anyorar lo que no se hizo... solo queda el maletin con los secretos, las fotos antiguas y los recuerdos de una vida de aventura y busqueda de un pueblo de casas blancas al borde del mar.
Me ensenyaste a multiplicar, a montar en bici, a rezar, a vivir y a estar orgulloso de lo que soy... y tu ultima leccion la hiciste en silencio y magistral, aprender a amar aqui y ahora, en cada momento, olvidar lo vanal y vivir lo autentico, porque el tiempo se acaba y esta flor "eterna" que hoy se abre manyana estara marchita. Gracias.
Nos vemos en el cielo.